(...) Aún hay fe en el destello
En el encuentro entre nubes
Como el alcance al consenso
Aceptando discursos
Para luego los suyos
Donde el sí es con-sentido
Y el no requiere sustento
Que hay que evitar
Como al paréntesis
Como a los signos de interrogación en sus rostros (...)

En uno, Gonzalo Toledo

Los cuatro días de festival en Lima fueron el inicio de la aventura que muchos tienen grabada ahora. Se tejió una red de experiencias compartidas y también cambios de manera personal. Me cuesta explicar lo mucho que me motivó el festival, la ceremonia que se dio en mí, arrancando perezas e intentando explorar a fondo, cultivando lo máximo posible en los espacios vacíos descubiertos.

Creo que lo interesante de estos recitales fue que tenían temas centrales (cuerpo, escritura, naturaleza y ciudad), con esto podíamos escuchar poemas muy distintos y con perspectivas que giraban en torno a lo mismo. No hay nada más rico que esto invada todos tus sentidos.

En particular, el lanzarse a leer en un recital es increíble, el agujero negro en el estómago desaparece y, en cambio, la satisfacción te engulle. Sé que no es nada fácil, el recitar está lleno de detalles y uno intenta comunicarse lo mejor posible, yo aún soy pésima, pero comprendo que entra en juego el ser lo más auténtico y nutrirse lo más posible. Así, no basta con amurallar el papel, me parece que compartir ideas es un detonante más para la creación. En el primer día del festival pude hacerlo y estoy muy contenta; creo que mis textos se ajustaban a la temática de cuerpo y que con constancia mejoro lo que hago. 

Cada fecha tuvo algo único que recuerdo y la poesía se encontró muy dispuesta con otras artes. Se colaron cortometrajes, música y fotografía, todos estos mimetizados. Después de cada recital seguía otro tipo de encuentro, pero nunca se dejaba de lado la poesía, ella siempre tenía los ojos alegres, la piel con una capa de humedad limeña.

En el último día pudimos ir al bar El Monarca después del recital, fue una noche divertida, con compañía cálida y un ambiente muy nuevo para muchos de los nos encontrábamos ahí. Este bar clásico del Centro de Lima era un refugio para toda mi fascinación. El recorrido se detuvo para mí en este punto. Imaginaba que en Cusco el encuentro con la poesía seguiría intensificándose y fue así, todo salió muy bien.

Sé que habrá más caravanas, más uniones, mucha más fuerza y convicción en los planes. Las ideas sobran, hay que dar de empujones a los prejuicios, ir por los caminos más empedrados para poder avanzar.